A primera vista, la de Costa de Marfil parece ser una de esas "típicas" crisis africanas, en la que un presidente en funciones se rehúsa a aceptar su derrota en las urnas y se aferra al poder por la fuerza.
Pero la cohesión que han mostrado los otros presidentes del continente en contra de las pretensiones de continuidad de Laurent Gbagbo -hasta el punto de rechazar, al menos públicamente, la posibilidad de ayudarle a negociar un gobierno de coalición- también parece confirmar que algo está cambiando en África.
Tanto la Comunidad Económica de África Occidental (Ecowas, por sus siglas en inglés) como la Unión Africana reconocen al opositor Alassane Outtara como el verdadero ganador de las elecciones presidenciales celebradas el 28 de noviembre.
Ambas organizaciones regionales -al igual que Naciones Unidas, Estados Unidos y la Unión Europea- también han adoptado o amenazado con sanciones a Gbagbo, en el poder desde 2000.
Y este martes los presidentes de Sierra Leona, Benin y Cabo Verde viajaron a Costa de Marfil, en el que se ha presentado como el último esfuerzo de mediación pacífica de Ecowas.
Efectivamente, según el corresponsal de la BBC en Abiyán, John James, la visita de los tres mandatarios tiene un único objetivo declarado: convencer a Gbagbo de que si no abandona el poder pacíficamente sus vecinos africanos se encargarán de obligarlo a aceptar los resultados electorales por la fuerza.
Elecciones disputadas
Ecowas ya ha usado la fuerza en el pasado para intentar restaurar el orden en África Occidental, empezando por su intervención en la guerra civil de Liberia en la década de 1990.
Pero la mayoría de sus otras intervenciones -como Sierra Leona en 1997 y 1998, y Guinea-Bissau en 1999- tuvieron como meta proteger a gobiernos ya establecidos ante la amenaza de grupos rebeldes.
Mientras que, de producirse la movilización de las fuerza internacionales de Ecowas, las tropas estarían actuando por primera vez en contra de un mandatario en ejercicio para hacerle respetar el resultado de unas elecciones.
Los resultados electorales, sin embargo, no están exentos de polémica, por lo que la intervención internacional podría sentar un importante precedente.
Efectivamente, según el Tribunal Electoral -respaldado por una misión de observación electoral de Naciones Unidas- la victoria durante los comicios de noviembre le correspondió a Alassane Ouattara, con un 54% de los votos.
Pero luego la Corte Constitucional de Costa de Marfil -presidida por un aliado de Gbabgo- anuló los sufragios emitidos en siete regiones del norte del país, donde opera un grupo rebelde que fue acusado de presionar a los votantes para que apoyaran a Outtara.
La decisión de la Corte Constitucional terminó dándole la victoria al mandatario saliente, con un escaso 51%, a pesar de la oposición de Naciones Unidas.
Como explicó Knox Chitiyo, el director del programa africano del Real Instituto de Servicios Unidos, con sede en Londres, al contar con el apoyo del tribunal, que lo juramentó para un nuevo período, Gbagbo pudo continuar asumiéndose como el legítimo presidente.
"Lo que Gbagbo fue un golpe de Estado constitucional", le dijo Chitiyo a la BBC.
"Y la combinación de apoyo de los militares, constitucionalismo nominal y cierto apoyo electoral en el sur del país es lo que lo ha convencido de que podrá capear la tormenta", agregó.
Alternativas
Aunque no se puede descartar del todo, la tradicional salida de un gobierno de coalición -favorecida en otras crisis africanas- parece poco probable en Costa de Marfil pues eéa era, de hecho, la naturaleza del gobierno saliente encabezado por Gbagbo.
Tampoco ayudan las acusaciones en contra de las fuerzas de seguridad que apoyan al presidente: según Naciones Unidas, al menos 173 personas han muerto hasta la fecha como producto de la violencia y muchas han sido torturadas.
Y según John James, de la BBC, la violencia ha disminuido en Abiyán pero la capital marfileña se mantiene tensa, pues todo el mundo teme una intervención militar en las próximas semanas.
Sin embargo, para Chitiyo, el temor a volver a encender la mecha de la guerra civil que afectó al país entre 2002 y 2004 podría terminar haciendo que Ecowas la piense dos veces antes de optar por el uso de la fuerza para expulsar a Gbagbo.
"Además, Costa de Marfil no es Sierra leona ni Liberia. Es un país rico y funcional con un ejército fuerte, por lo que cualquier cuerpo militar encontrará resistencia", le dijo también a la BBC Kwasi Anning, un experto del Centro Internacional de Entrenamiento para Misiones de Mantenimiento de Paz "Kofi Annan", con sede en Ghana.
"Tampoco parece que Ecowas sea capaz de desplegar suficientes soldados en el terreno", agregó Anning.
Sin embargo, el analista también reconoció que los países africanos se han mostrado ansiosos por demostrarle a la comunidad internacional que pueden lidiar con la crisis de Costa de Marfil.
Aunque para que esta crisis demuestre lo mucho que África ha cambiado, primero tendría que ocurrir algo que en estos momentos parece improbable: una salida pacífica de Gbagbo para que su puesto lo pueda ocupar Alassane Outtara.
http://es.sott.net/articles/show/2434-Costa-de-Marfil-un-examen-para-Africa-y-el-mundo
Pero la cohesión que han mostrado los otros presidentes del continente en contra de las pretensiones de continuidad de Laurent Gbagbo -hasta el punto de rechazar, al menos públicamente, la posibilidad de ayudarle a negociar un gobierno de coalición- también parece confirmar que algo está cambiando en África.
Tanto la Comunidad Económica de África Occidental (Ecowas, por sus siglas en inglés) como la Unión Africana reconocen al opositor Alassane Outtara como el verdadero ganador de las elecciones presidenciales celebradas el 28 de noviembre.
Ambas organizaciones regionales -al igual que Naciones Unidas, Estados Unidos y la Unión Europea- también han adoptado o amenazado con sanciones a Gbagbo, en el poder desde 2000.
Y este martes los presidentes de Sierra Leona, Benin y Cabo Verde viajaron a Costa de Marfil, en el que se ha presentado como el último esfuerzo de mediación pacífica de Ecowas.
Efectivamente, según el corresponsal de la BBC en Abiyán, John James, la visita de los tres mandatarios tiene un único objetivo declarado: convencer a Gbagbo de que si no abandona el poder pacíficamente sus vecinos africanos se encargarán de obligarlo a aceptar los resultados electorales por la fuerza.
Elecciones disputadas
Ecowas ya ha usado la fuerza en el pasado para intentar restaurar el orden en África Occidental, empezando por su intervención en la guerra civil de Liberia en la década de 1990.
Pero la mayoría de sus otras intervenciones -como Sierra Leona en 1997 y 1998, y Guinea-Bissau en 1999- tuvieron como meta proteger a gobiernos ya establecidos ante la amenaza de grupos rebeldes.
Mientras que, de producirse la movilización de las fuerza internacionales de Ecowas, las tropas estarían actuando por primera vez en contra de un mandatario en ejercicio para hacerle respetar el resultado de unas elecciones.
Los resultados electorales, sin embargo, no están exentos de polémica, por lo que la intervención internacional podría sentar un importante precedente.
Efectivamente, según el Tribunal Electoral -respaldado por una misión de observación electoral de Naciones Unidas- la victoria durante los comicios de noviembre le correspondió a Alassane Ouattara, con un 54% de los votos.
Pero luego la Corte Constitucional de Costa de Marfil -presidida por un aliado de Gbabgo- anuló los sufragios emitidos en siete regiones del norte del país, donde opera un grupo rebelde que fue acusado de presionar a los votantes para que apoyaran a Outtara.
La decisión de la Corte Constitucional terminó dándole la victoria al mandatario saliente, con un escaso 51%, a pesar de la oposición de Naciones Unidas.
Como explicó Knox Chitiyo, el director del programa africano del Real Instituto de Servicios Unidos, con sede en Londres, al contar con el apoyo del tribunal, que lo juramentó para un nuevo período, Gbagbo pudo continuar asumiéndose como el legítimo presidente.
"Lo que Gbagbo fue un golpe de Estado constitucional", le dijo Chitiyo a la BBC.
"Y la combinación de apoyo de los militares, constitucionalismo nominal y cierto apoyo electoral en el sur del país es lo que lo ha convencido de que podrá capear la tormenta", agregó.
Alternativas
Aunque no se puede descartar del todo, la tradicional salida de un gobierno de coalición -favorecida en otras crisis africanas- parece poco probable en Costa de Marfil pues eéa era, de hecho, la naturaleza del gobierno saliente encabezado por Gbagbo.
Tampoco ayudan las acusaciones en contra de las fuerzas de seguridad que apoyan al presidente: según Naciones Unidas, al menos 173 personas han muerto hasta la fecha como producto de la violencia y muchas han sido torturadas.
Y según John James, de la BBC, la violencia ha disminuido en Abiyán pero la capital marfileña se mantiene tensa, pues todo el mundo teme una intervención militar en las próximas semanas.
Sin embargo, para Chitiyo, el temor a volver a encender la mecha de la guerra civil que afectó al país entre 2002 y 2004 podría terminar haciendo que Ecowas la piense dos veces antes de optar por el uso de la fuerza para expulsar a Gbagbo.
"Además, Costa de Marfil no es Sierra leona ni Liberia. Es un país rico y funcional con un ejército fuerte, por lo que cualquier cuerpo militar encontrará resistencia", le dijo también a la BBC Kwasi Anning, un experto del Centro Internacional de Entrenamiento para Misiones de Mantenimiento de Paz "Kofi Annan", con sede en Ghana.
"Tampoco parece que Ecowas sea capaz de desplegar suficientes soldados en el terreno", agregó Anning.
Sin embargo, el analista también reconoció que los países africanos se han mostrado ansiosos por demostrarle a la comunidad internacional que pueden lidiar con la crisis de Costa de Marfil.
Aunque para que esta crisis demuestre lo mucho que África ha cambiado, primero tendría que ocurrir algo que en estos momentos parece improbable: una salida pacífica de Gbagbo para que su puesto lo pueda ocupar Alassane Outtara.
http://es.sott.net/articles/show/2434-Costa-de-Marfil-un-examen-para-Africa-y-el-mundo