La cadena televisiva ABC publicó hoy un impactante video en el que soldados norteamericanos relatan como mataban afganos desarmados para combatir el aburrimiento, en un hecho que se remonta a este año.
“Lanzamos una granada. Luego el sargento nos pidió a los gritos: ’maten a ese muchacho, maten a ese muchacho”, afirma en uno de los pasajes más duros el soldado Jeremy N.Morlock, de 22 años.
Morlock aparece en camiseta y con pantalones cortos mientras confiesa a un oficial militar el asesinato que su patrulla cometió contra al menos tres civiles afganos, inocentes y desamados, elegidos al azar, para “matar el tiempo”.
La historia recuerda la trama del film anti-militarista de 2007, “En el valle de Elah”, dirigido por Paul Haggis, con Tommy Lee Jones, Charlize Theron y Susan Sarandon, donde soldados en Iraq mataban sin motivo para escapar al miedo y el aburrimiento.
Aquí, sin embargo, no hay ficción. La historia es trágicamente real. Jeremy Morlock tiene la cara sencilla de un joven de provincia y mientras cuenta su dramática experiencia de pasa una mano por la frente, como reviviendo momentos de horror.
Pero su voz es calma, mientras recita las órdenes que recibió de su jefe. Los hechos se remontan a la primavera boreal de este año, y se cree que no se trató de un episodio aislado.
Nacido en Wasilla, Alaska, la ciudad de Sarah Palin, máxima figura del movimiento ultraconservador Tea Party, Jeremy es uno de los cinco militares indagados por crímenes en Afganistán.
Otros siete soldados son procesados por ocultar los hechos y dificultar la investigación.
Los soldados formaban parte de la quinta brigada de combate, segunda división de infantería, que desde hace más de dos años opera cerca de Kandahar, la zona más peligrosa, en el sur del país.
Según los investigadores, el grupo, bautizado por la prensa “Kill Team” (Equipo de matar), consumía drogas, coleccionaba restos humanos y fotos de otros soldados exhibiendo cuerpos de afganos como trofeos de guerra.
Algunos conservaban falanges, dientes y huesos, arrancados a los cadáveres de sus víctimas inocentes. Uno de ellos se había quedado inclusive con una calavera. Están acusados de homicidio premeditado y pueden ser condenados a muerte.
Para su jefe, el sargento Calvin Gibbs, de solo 25 años, también se le suma la acusación de crímenes de guerra.
Morlock cuenta en el video que Gibbs, después del ataque, colocó una granada de producción rusa junto a los cuerpos de sus víctimas, para simular que habían sido ellos los agresores.
“Después de haber abierto fuego, agregó el soldado, nuestro sargento se acercó a los cadáveres y les cortó algunos dedos, como recuerdo”. Finalmente, Morlock cuenta que Gibbs se ufanaba de haber hecho lo mismo también en Irak, sin que nadie le hubiera llamado la atención.
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