El Pentágono anunció que va a reaccionar militarmente ante los ataques de hackers. Esta directiva habilita a que se responsabilice a algunos países de causar una ciberguerra. Además, el presidente Barack Obama autorizó la creación de una red para entrenar ciberatacantes que responderán a una ofensiva virtual. ¿Una nueva forma de crear la paranoia que justifique controles abusivos y ataques preventivos?
Tal como el presidente norteamericano anunciara al comienzo de su mandato, va a incrementar recursos para que el Pentágono desarrolle defensas contra ataques cibernéticos que, según Barack Obama, son una de las amenazas más serias que enfrenta Estados Unidos.
La compañía de defensa Lockheed Martin y el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad John Hopkins trabajan para crear un arquetipo que permitirá simular ciberataques de potencias extranjeras y de piratas informáticos asentados en Estados Unidos.
En los últimos dos años el Pentágono aceleró la inversión y desembolsó 500 millones de dólares en el área de cibertecnología, lo que lleva a que este proyecto podría ponerse en funcionamiento a fines de 2011 o comienzos de 2012.
GUERRA VIRTUAL
La agencia de investigación militar DARPA, la que desarrolló la red Arpanet, antecesora de la actual Internet, está creando este nuevo proyecto que va a consistir en una nueva red más eficaz para poder entrenar a los nuevos hackers que defenderán las instalaciones civiles y militares del gobierno.
Además, DARPA está creando el programa CRASH, que estudia el desarrollo de software inteligentes, que evolucionan con el tiempo y aprenden de los ataques recibidos, de manera que se convierten en objetivos difíciles de vulnerar.
Por otro lado, el Pentágono trabaja en el programa llamado Cinder, que supervisará las redes internas del Ejército, para combatir las filtraciones de datos, como las realizadas por WikiLeaks a través del soldado Bradley Manning, que simulaba estar escuchando un CD de música mientras copiaba datos, fotos y videos confidenciales.
De acuerdo con el subsecretario de Defensa, William Lynn, la nueva red podría transmitir un código computarizado a la red de otro país, lo que le permitiría en un futuro trazar un mapa digital para vulnerar el sistema de servidores de aquella nación.
CIBERATAQUE Y RESPUESTA MILITAR CONVENCIONAL
En América Latina, según un estudio hecho por la empresa de antivirus rusa Kaspersky, Venezuela es el país en el que más han crecido los ataques cibernéticos, a pesar de que la cantidad de población conectada es inferior a la de varios países de la región. Detrás de Brasil y México se ubica Venezuela en la cantidad de casos de ataques por parte de hackers, gusanos y virus.
Además, Stuxnet, el gusano informático que infectó al sistema electrónico de las plantas nucleares de Irán se diseminó hacia otros países, como por ejemplo Venezuela, en donde llegó a afectar las redes del gigante petrolero Pdvsa.
Pero, el objetivo de los ataques no es sólo causar daños a empresas, espionaje o robar datos bancarios, sino, que de acuerdo con el Pentágono, la guerra cibernética podría paralizar al sistema de defensa o energético norteamericano si un Ejército de hackers dotado con alta tecnología y muy bien capacitado se lo propusiera. Para ello, Washington está desarrollando este nuevo sistema defensivo.
De acuerdo con el diario The Wall Street Journal, el Pentágono anunció que los ciberataques serán considerados como "actos de guerra" y en consecuencia podrá responder por las vías tradicionales, es decir enviando aviones bombarderos, portaviones y hasta tropas al sitio desde donde se lanzó la agresión.
Pero en este punto surge la duda. ¿Cómo se puede precisar un ataque llevado a cabo por hackers comunes o que detrás de ellos haya una nación extranjera? ¿Contra quién responderán los militares norteamericanos si los atacantes se encuentran en varios países y no se puede comprobar que estén asociados con alguno en particular?
¿CIBERPARANOIA?
Si la amenaza de Al Qaeda, maximizada por los halcones del Pentágono, parecía ser un objetivo difuso, dado que no se estaba luchando contra un ejército convencional sino contra una asociación de pequeñas células compuestas por fanáticos religiosos, con escasa conexión entre sí situados en varios países, incluso dentro del mundo Occidental, la ciberguerra supone un enemigo mucho más impreciso aun.
He aquí el peligro. La doctrina del ataque preventivo aplicada desde el gobierno de Bill Clinton, pero oficializada por el presidente George W. Bush puede llegar a escalar hacia una etapa inimaginable. Es más fácil acusar de un ataque cibernético a un país determinado que buscar las condiciones para iniciar una guerra con mapas satelitales e informes basados en el espionaje tradicional.
Pero, como el enemigo virtual es más indefinido que un ejército convencional o que un grupo de extremistas religiosos, el miedo y la paranoia de la población puede llegar a habilitar a que se aumente el gasto en Defensa, para lanzar ataques que beneficien a las compañías privadas implicadas o que se acentúe la vigilancia sobre las comunicaciones entre civiles y se intensifique el control interno de los ciudadanos.
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