Neuromanagement.
Las emociones dolorosas, producen dolor físico y con este una disminución importante de las capacidades cognitivas y ejecutivas.
Los ambientes laborales son percibidos por los cerebros de quienes lo conforman como un sistema social que garantiza o no la supervivencia, vista desde lo más primitivo de nuestro ser. El dolor que produce un ambiente laboral estresante e inseguro, produce serias disminuciones en la productividad, creatividad, compromiso y capacidad de acción de las personas.
Investigaciones en el campo de las neurociencias, demuestran como el dolor emocional es procesado en el cerebro por la misma área que procesa el dolor físico: la corteza cingular anterior, que se encuentra en la corteza prefrontal, la zona en donde se producen funciones más evolucionadas y humanas.
El profesor David Alexander director del Centro de Investigación de Trauma de Aberdeen, se dedica a ayudar a los sobrevivientes de catástrofes, como el incendio de la plataforma petrolífera de Mar del Norte, el tsunami asiático, la guerra en Irak y más recientemente, el terremoto en Pakistán. En todos los casos relata que las víctimas, expresan su dolor emocional con frases como, se me parte el corazón, me duele el estomago, me siento desgarrado, entre otras, demostrando el vínculo que existe entre el dolor físico y emocional.
Existen varios neurocientíficos, que en la actualidad investigan la relación entre el dolor emocional y físico, entre ellos la Dra. Naomi Eisenberger, y el Prof. Matthew Lieberman, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
Eisenberger, desarrollo un videojuego que puede hacer que los participantes se sientan excluidos, para poder explotar ese momento y monitorear sus cerebros.
Durante la investigación, las imágenes tomadas de los voluntarios cuando se sentían excluidos, presentaron que el dolor por ser rechazados socialmente se procesaba del mismo modo en el cerebro que el dolor físico y en la misma zona, en la corteza cingulada anterior.
Para poder comprender los motivos por los cuales esto sucede, debemos tener presente lo importante que ha sido para los homo sapiens, formar parte de grupos y gracias a ello sobrevivir a los peligros que significó el mundo natural.
Por ello en Neurosicoeducación presentamos al instinto gregario como un fundamental para poder sobrevivir ya que solos, no podíamos enfrentar a enemigos que nos superaban en fuerza física y este instinto, sigue actuando y siendo sumamente importante en la actualidad y en nuestra conducta social.
La importancia del apego social y sentir dolor físico, si éste no se produce, nos aseguró el mantenernos en contacto con los otros, afirma Eisenberger.
Ser desterrado era uno de los peores castigos de otras épocas y en la actualidad, cualquier situación que nos haga sentir fuera de un grupo nos produce un gran dolor, funciona como una alarma para que nos ocupemos de solucionar esta situación.
Pero a veces el dolor emocional puede volverse crónico, dejando de lado su propósito original, de corto plazo: mantenernos dentro de un grupo, lograr apego con los seres queridos, formar parte de un equipo de trabajo.
El estudio de Eisenberger y Lieberman, y muchos otros que están surgiendo, deben dejarnos bien en claro que nuestro cerebro, es un órgano social y que muchas de sus respuestas fisiológicas y neurológicas están profundamente moldeadas por la interacción social.
Importancia para el management:
Los lideres deben tener muy presente este tema, ya que los integrantes de una organización, experimentan su lugar de trabajo como un sistema social.
Por ello quienes se sienten poco reconocidos, menospreciados, sin posibilidad de participación, puestos en evidencia, o que no son tenidas en cuenta sus opiniones, experimentan la situación como fuerte golpe, no solo a su ego, sino a su cerebro, produciendo una activación neuronal que les produce un intenso dolor, para despertar aquel antiguo instinto de seguir buscando pertenecer al grupo.
Esto lleva a que el sistema atencional este desviado de su función dentro de la empresa y atento a lograr ser aceptado, además el dolor disminuye las capacidades cognitivas y ejecutivas y llevar a un estado de indefensión, todas conductas muy lejanas de lo que necesita la organización. Otra respuesta común, es que las personas, disimulen como les afecta la situación y hacen como si nada les pasara, pero este comportamiento disminuye su participación y compromiso.
La habilidad de gestionar conscientemente las necesidades del cerebro social en las organizaciones, tanto a favor de un desempeño óptimo dentro de la misma, como para la salud de los individuos que la componen, este será un sello que distinga notablemente en sus logros a los nuevos líderes.
Asociación Educar
Ciencias y Neurociencias aplicadas al Desarrollo Humano
www.asociacioneducar.com
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